Concepciones
amorosas contrapuestas:
Marcabrú
y Bernart de Ventadorn (Parte II)
Escuela Realista y
Escuela Idealista. Características de Marcabrú y de Bernart de Ventadorn
Desde
la presencia documentada de trovadores y, hasta finales del siglo XII,
encontramos la existencia de dos escuelas con idearios totalmente opuestos
dentro de la lírica trovadoresca.
Por un lado tenemos la escuela de los poetas o trovadores que denominamos idealistas y en la que se erige como
maestro Eble de Ventadorn. En esta escuela también destacan Jaufré Rudel
(Jaufrés Rudèls de Blaia) y, principalmente, Bernart de Ventadorn.
La otra
escuela es la que integra a los trovadores que llamamos realistas. Maracabrú fue su máximo representante.
Marcabrú se basa en la tradición agustiniana y
defensaba la tesis del amor puro del matrimonio. Por el contrario, la escuela
de Ebles y de Bernart de Ventadorn, defiende la fin’amors que, en
definitiva, conllevaba en la mayoría de los casos al amor adúltero. En aquella
época y en aquella sociedad la mayoría de los matrimonios de la nobleza eran
concertados sin la libre elección de los esposados. La sponsalia era la ceremonia mediante la cual se afianzaba el pacto
matrimonial entre dos familias y se expresaba el “consentimiento mutuo”. Este
hecho precipitaba que en la mayoría de los casos no hubiera un Amor real entre
los cónyuges. Además, el matrimonio conformaba una institución, un sistema
jurídico que tenía el fin de asegurar el mantenimiento de unas estructuras
preestablecidas Además, según los preceptos eclesiásticos más rígidos de la
época, en el matrimonio no cabían el placer ni la pasión. Todo ello llevaba a
los trovadores idealistas a asituar el verdadero amor, el amor cortés, fuera
del matrimonio.
Héctor Castro Ariño: “La sponsalia era la ceremonia mediante la cual se afianzaba el pacto
matrimonial entre dos familias y se expresaba el ‘consentimiento mutuo’”.
Roncaglia
plantea aquí la duda de si realmente no se debe calificar de idealistas a los
trovadores realistas y viceversa. Según Erich Köhler, los realistas se
transforman en idealistas y los idealistas en realistas4. El amor cortés se sucedía como una
costumbre aceptada por todos. Era un ritual donde los jóvenes intentaban
conquistar a la dama –siempre casada con el senior (señor de la
casa)- que los estimulaba. Además, el amor cortés enseñaba a servir y, a su
vez, a ser buen vasallo. Las reglas del fin’amors reforzaban relativamente las
del vasallaje auqnue, lógicamente, también podían provocar justamente lo
contrario. Los realistas creían en el Amor dentro del matrimonio y retraían la
infidelidad tanto de maridos como de esposas. Arremetían con duras críticas
contra los trovadores idealistas.
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Concepciones amorosas contrapuestas: Marcabrú y Bernart de Ventadorn (Parte I)
Concepciones amorosas contrapuestas: Marcabrú y Bernart de Ventadorn (Parte III)
Concepciones amorosas contrapuestas: Marcabrú y Bernat de Ventadorn (Parte IV)
Concepciones amorosas contrapuestas: Marcabrú y Bernart de Ventadorn (Parte V)
Concepciones amorosas contrapuestas: Marcabrú y Bernart de Ventadorn (Parte VI)
Concepciones amorosas contrapuestas: Marcabrú y Bernart de Ventadorn (Parte VII)
Concepciones amorosas contrapuestas: Marcabrú y Bernart de Ventadorn (Parte VIII)
Concepciones amorosas contrapuestas: Marcabrú y Bernart de Ventadorn (y Parte IX)
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