jueves, 31 de mayo de 2012

Concepciones amorosas contrapuestas: Marcabrú y Bernart de Ventadorn (Parte II)

hector castro ariño trovador

Concepciones amorosas contrapuestas:
Marcabrú y Bernart de Ventadorn (Parte II)

Escuela Realista y Escuela Idealista. Características de Marcabrú y de Bernart de Ventadorn

Desde la presencia documentada de trovadores y, hasta finales del siglo XII, encontramos la existencia de dos escuelas con idearios totalmente opuestos dentro de la lírica trovadoresca. Por un lado tenemos la escuela de los poetas o trovadores que denominamos idealistas y en la que se erige como maestro Eble de Ventadorn. En esta escuela también destacan Jaufré Rudel (Jaufrés Rudèls de Blaia) y, principalmente, Bernart de Ventadorn.
La otra escuela es la que integra a los trovadores que llamamos realistas. Maracabrú fue su máximo representante.

Marcabrú se basa en la tradición agustiniana y defensaba la tesis del amor puro del matrimonio. Por el contrario, la escuela de Ebles y de Bernart de Ventadorn, defiende la fin’amors que, en definitiva, conllevaba en la mayoría de los casos al amor adúltero. En aquella época y en aquella sociedad la mayoría de los matrimonios de la nobleza eran concertados sin la libre elección de los esposados. La sponsalia era la ceremonia mediante la cual se afianzaba el pacto matrimonial entre dos familias y se expresaba el “consentimiento mutuo”. Este hecho precipitaba que en la mayoría de los casos no hubiera un Amor real entre los cónyuges. Además, el matrimonio conformaba una institución, un sistema jurídico que tenía el fin de asegurar el mantenimiento de unas estructuras preestablecidas Además, según los preceptos eclesiásticos más rígidos de la época, en el matrimonio no cabían el placer ni la pasión. Todo ello llevaba a los trovadores idealistas a asituar el verdadero amor, el amor cortés, fuera del matrimonio.

Héctor Castro Ariño: “La sponsalia era la ceremonia mediante la cual se afianzaba el pacto matrimonial entre dos familias y se expresaba el ‘consentimiento mutuo’”.

Roncaglia plantea aquí la duda de si realmente no se debe calificar de idealistas a los trovadores realistas y viceversa. Según Erich Köhler, los realistas se transforman en idealistas y los idealistas en realistas4. El amor cortés se sucedía como una costumbre aceptada por todos. Era un ritual donde los jóvenes intentaban conquistar a la dama –siempre casada con el senior (señor de la casa)- que los estimulaba. Además, el amor cortés enseñaba a servir y, a su vez, a ser buen vasallo. Las reglas del fin’amors reforzaban relativamente las del vasallaje auqnue, lógicamente, también podían provocar justamente lo contrario. Los realistas creían en el Amor dentro del matrimonio y retraían la infidelidad tanto de maridos como de esposas. Arremetían con duras críticas contra los trovadores idealistas.

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4 KÖHLER Erich, Sociologia della fin’amor: saggi trovadorici, pág. 272.




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Autor: Héctor Castro Ariño







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