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HÉCTOR CASTRO - EL REPORTERO 74: Una bentana auberta al món. Una ventana abierta al mundo. Una finestra oberta al món. Este blog pretende ser una exposición de reflexiones, relatos y entrevistas para toda aquella persona que quiera compartir sus inquietudes existenciales pero también terrenales.
Todos nos rasgamos las vestiduras cuando hablamos de los autónomos, emprendedores y demás sectores que nos pueden venir bien para los votos y así afianzarnos en nuestro silloncito. Bueno, pues también hay que pensar que los autónomos son de carne y hueso y con sus no pequeños problemas para poder sacar la economía hacia delante, camino por cierto no muy fácil y menos fácil como se lo pone el gobierno de turno. Este sector está atropellado por los impuestos y por la falta de atención de nuestros llamados gestores que son los que administran nuestro dinero sin ningún remordimiento y que, cuando el empresario falla en un pago, lo persiguen hasta la saciedad para que pague y pague aun cuando no tiene de dónde sacar. 
El forense era un tipo alto y fuerte, de presencia seria,pero una vez entablabas conversación con él adoptaba una actitud agradable y distendida. Frago había leído ya el informe del forense, pero tenía algunas preguntas que hacerle. El cuerpo había sido encontrado el viernes, hacía tres días. El forense dictaminó que la muerte se había producido el mismo viernes entre las cuatro y las cinco de la madrugada. También había dictaminado que la causa de la muerte había sido el ahogamiento en el pantano (en las muestras de agua se había podido dictaminar sin duda que se había ahogado en el pantano). Frago interrogó al forense sobre unas marcas que tenía el muerto en las muñecas y en la espalda. Roberto Palacín, que era como se llamaba el forense, le dijo al inspector que esas marcas habían sido provocadas, sin duda alguna, por algún tipo de lucha, ya que la marca más fuerte, que estaba en la espalda, estaba hecha con un hierro y tenía también algunos moratones por el cuerpo que confirmaban la hipótesis. Además, en el cuello de la víctima se habían podido registrar marcas de manos; probablemente las mismas manos que lo habían hundido y ahogado en el pantano. Frago se pasó toda la tarde con el forense y, a última hora, cogió el último autobús que lo volvería a subir al pueblo. Llegó a las diez de la noche y se fue directamente hacia el hostal a cenar algo. Después de cenar se fue al bar de la plaza Mayor a hacer la partida y a conversar con algunos hombres.

Foto extraída de "http://www.pastoralsj.org/sec_esejota/fotos/psjsec_esejota-toni100.jpg
Queridos lectores:
La conversación se fue animando. Parece que la presencia del famoso policía ya no impresionaba a los vecinos, y eso que tan solo habían pasado unas cuantas horas desde que había llegado al pueblo. Poco a poco se fue haciendo la hora de comer y la gente fue despejando el local y se fue a su casa. El inspector comió en el hostal. Después de comer vio un ratito la tele, el tiempo justo del telediario y, al acabar, se fue a hacer un ratito de siesta. La siesta era una costumbre sagrada para Ramón Frago, una costumbre que había heredado desde su infancia en La Litera.