domingo, 17 de agosto de 2025

“Una lengua es un dialecto con un ejército y una marina”



Publicado en el diario La Comarca (Periódico del Bajo Aragón Histórico) hoy, 17 de agosto de 2025.


Una lengua es un dialecto con un ejército y una marina

¿A qué llamamos lengua y a qué llamamos dialecto? ¿Qué es una modalidad lingüística propia? ¿Y una variedad dialectal? ¿Qué es la lengua materna? ¿Es lo mismo lengua que idioma? ¿A qué nos referimos con el término habla? Si todo estuviera tan claro no existirían tantas expresiones para referirse a la lengua hablada por las diferentes comunidades lingüísticas. De todas las definiciones posibles, me quedo con la que a mediados del siglo pasado dio el lingüista Max Weinreich, quien a su vez la tomó de lo que le dijo un asistente a una de sus conferencias: “Una lengua es un dialecto con un ejército y una marina”. Y es que para que un dialecto se convierta en idioma no se necesita más que voluntad política. Así ha sido siempre. Los vaivenes de la filología, nos guste o no, siempre han sido por motivaciones políticas. Llegados a este punto, considero pertinente recordar al lingüista estadounidense Noam Chomsky, padre de la gramática generativa, profesor emérito de Lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y reconocido con el título de doctor honoris causa por multitud de Universidades, entre las que se encuentran la Universidad de Londres, la Universidad de Chicago, la Universidad de Harvard, la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad Nacional Autónoma de México o la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona. Chomsky, en una entrevista publicada en el diario ABC el 28 de octubre de 1998 y, frente a la pregunta de “¿Qué opina de que en los conflictos lingüísticos opinen los políticos?”, afirmó que “Los científicos no tienen nada que decir sobre esto, tampoco los políticos pero sí el pueblo, que es el que usa el lenguaje”.

También el filólogo Eugen Coșeriu (Eugenio Coseriu), que fue presidente de la Sociedad de Lingüística Románica entre 1980 y 1983, se había expresado ya en unos términos parecidos: “La lengua funciona por y para los hablantes y no por y para los lingüistas”. El que fuera catedrático de la Universidad de Oviedo y miembro de la Real Academia Española y de la Academia de la Llingua Asturiana, Emilio Alarcos, en su discurso de aceptación e investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Valencia en 1996, aseveró que Los dueños de las lenguas son sus usuarios y nunca los que desde el poder pretenden encauzarlas, imponerlas o desarraigarlas”. Asimismo, en su exposición, este romanista se refirió a los problemas de los contactos entre lenguas, y afirmó que “Las modalidades contiguas se asemejan. A veces los vecinos procuran exagerar las diferencias entre sí. Otras, algún vecino pretende asimilarse a otro. No hace falta recurrir a ejemplos. Lo sensato será ajustarse a la convivencia. Por ello, repito lo que tantas veces llevo dicho: que hay que dejar que las lenguas sigan el curso que inconscientemente quieran sus hablantes. Y lo que sea sonará”. Incluso Miguel Delibes, según refiere el periodista Juan Cruz, dijo en 2009 que "La lengua nace del pueblo; que vuelva a él, que se funda con él porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua".

Así pues y, en esta coyuntura, ¿quién tiene autoridad para dictaminar que gallego y portugués son una misma lengua? ¿Quién tiene la potestad de negarle dos estándares al noruego? ¿Son el sueco, danés y noruego una misma lengua porque tienen inteligibilidad entre sí? ¿Y el feroés y el islandés? ¿Existen multitud de lenguas chinas porque el país asiático tuvo que optar por el mandarían como lengua franca para que sus ciudadanos pudiesen entenderse? ¿Provenzal y catalán son lenguas distintas? ¿Serbio y croata son una misma lengua o bien son idiomas diferentes? ¿Quiénes pueden decidir sobre el eonaviego? ¿Quién puede sentar cátedra sobre a fala en Extremadura? ¿Es el mirandés un idioma? ¿Bajo alemán y holandés son lenguas diferentes? ¿Checo y eslovaco han sido una misma lengua? Después de todas estas consideraciones, ¿quién puede defender las denominaciones de alemán y bajo alemán y rechazar la de aragonés oriental? ¿Qué criterios se pueden seguir para aceptar las denominaciones de bable para el asturiano o patués para el benasqués y negar el derecho de los hablantes a utilizar el glotónimo de chapurriáu (chapurreat o chapurreao) para referirse a la lengua propia hablada en la zona oriental de Aragón? ¿Quién puede hablar de asturleonés, navarroaragonés e incluso gallegoasturiano pero censurar el uso de aragonés oriental? La lengua es de sus hablantes, no al revés. Y son los hablantes los que deben decidir sobre su propia lengua y, aunque resulte una obviedad, son los hablantes de una lengua los únicos que están legitimados para nominar a esta sin claudicar ante denominaciones exónimas.

Autor: Héctor Castro